jueves, 5 de mayo de 2011

¿Sentiste el temblor de hoy?...

La verdad es que Yo no. A esa hora todavía estaba instalada en los brazos de Morfeo y cruzando por ahí del quinto sueño. ¡Y que bueno!... con tantas cosas terribles que se han visto en otros países, seguro que hoy sí me hubiera dado miedo.

El movimiento telúrico se sintió a eso de las 8:24 de la mañana y fue de 5.5 grados en la escala Richter, aunque en otras f
uentes se dice que alcanzó los 5.8 grados.




Según los datos del Servicio Sismológico Nacional el epicentro fue en las costas de Guerrero -como casi siempre-, a 55 kilómetros al oeste de Ometepec, 51 km al este de San Marcos.



Lo que se merece un aplauso es el hecho de que ¡hoy si funciono la alarma sísmica!, lo que permitió que el auditorio de NoticiasMVS se enterara del fenómeno segundos antes de que ocurriera. -¡¡¡Bravo!!!

A lo largo de mi vida he sentido un buen de temblores, pero el que tengo más grabado -como todos los que tuvieron la experiencia de sentirlo- es el terremoto de Septiembre del '85; estaba cursando la primaria y no tenía una idea real de lo que puede hacer la fuerza de la naturaleza.

Los libros te lo plantean y los maestros te lo enseñan, pero a esa edad te parece lejano e intrascendente, como si no te fuera a suceder nunca; tampoco es sencillo imaginar los alcances materiales y emocionales que puede tener y ¡zaz!... sales a la calle y ves caras desencajadas, banquetas levantadas, techos caídos, gente corriendo... no hay teléfono ni luz, se siente aroma a gas por todos lados y en más de una calle sale agua a borbotones por las tuberías rotas.

Afortunadamente la colonia en la que vivía fue una de las menos afectadas en cuanto a daños materiales y creo que no sufrimos perdidas humanas. Como niña me sentía asustada pero tranquila, mi casa estaba en pie, mis papás sanos y salvos y mis hermanos completos... el miedo vino después.

En la tarde noche de aquel 19 de septiembre, a la luz de inumerables velas, empezaron a llegar las noticias. Mi papá trajo varios periódicos y un buen de baterías para el radio y la televisión portátil, lo que se veía parecía salido de una pesadilla o de una tremenda película de terror, no podíamos decir nada, solo escuchábamos y mirábamos las imagenes... pocas veces he sentido tanta angustia.

Mi hermano Pachin trabajaba en PEMEX e iba regresando al D.F. después de una brigada, llegó casi corriendo a casa porque las noticias que había escuchado hablaban de una destrucción total; días después estaba en las brigadas voluntarias rescatando cuerpos y removiendo escombros.

Mi hermano Toñin era entonces residente de la carrera de medicina -no recuerdo bien en que hospital- y tuvo que estar en las carnicerías de víctimas. Debió de haber sido impresionante porque dejo de comer carne varios meses, ni siquiera toleraba el aroma.

Unos cuantos meses después de la tragedia tuvimos que ir a la zona Centro, por ahí de San Juan de Letran, y lo que se veía solo lo había visto en fotografías de guerra, y el aroma... aún hoy lo recuerdo... fue ahí cuando descubrí a que huele la muerte.

La experiencia me dejo algo bueno. Se respetar y temer a la naturaleza. Veo con admiración su fuerza creadora y su incontenible destrucción. Soy consiente de su poder y alcances, y también soy mucho más consciente de la vulnerabilidad humana.

Ya pasaron muchos años, casi 26, pero cuando me toca sentir algún temblor el primer recuerdo que llega a mi mente es el de aquel día. ¡Que bueno que hoy estaba dormida!

Hasta pronto.
Besos.

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