miércoles, 4 de junio de 2008

Y que se me va la hora...

Hola de nuevo.
Como te habrás dado cuenta, se me volvió a hacer tarde... ¿qué novedad?...

Con eso de que tengo que sacar ficha para usar la computadora, de nuevo le voy a robar horas al Miércoles para acompletar mi Martes.

Empiezo a pensar que me voy a tener que endrogar con otra computadora, o hacerme cliente de un café net, o de plano convencer a mi patrón para que introduzcamos la tecnología en el consul, porque eso de dormir un par de horas está del nabo.

Ya ni me acuerdo que te iba a platicar hoy... mmm... pues no..., de plano se me olvido.

Como me enfrasque un buen rato en el SUDOKU para mantenerme despierta en lo que terminaba de trabajar mi Chaparrito, ahorita solo tengo numeritos en la cabeza.


Pues bueno, voy a aprovechar el olvido para platicarte que una de las cosas que mas me chiflan en este universo es precisamente el Sudoku, puedo pasar horas y horas escribiendo numeritos y cambiando de página, es como una adicción; se me olvida comer, se me va el sueño y hasta dejo de platicar, vamos, es como si me desapareciera de la faz de la Tierra....

Oye, ahora que lo pienso, ¿será por eso que me los compra mi Chaparro?...

Pero no creas que es lo único que me gusta, las Cruzadas, ya sean de números o letras, los Rompecabezas, y hasta las Sopas de letras, ¡me encantan!.

Hay temporadas en que ni me acuerdo de que existen, pero todo está en que me llegue una a las manos y ya no la suelto hasta que la última página queda resuelta.

Con los rompecabezas me pasa lo mismo, puedo pasar horas de pie junto a la mesa, ver llegar la noche y volver a ver amanecer, pero hasta que la última pieza está en su lugar, no lo dejo.

A mi Bamboo le desespera mucho verme con ese tipo de juegos, no sé si sea porque a ella nunca le han gustado mucho, o porque me agarra lo autista y no le hago caso, o porque cuando termino un cuadernillo lo echo a la basura, o porque sin más ni más desarmo el trabajo de horas y regresan las piezas a su caja; pero la realidad es que ella prefiere que no se me atraviesen por el camino.

Aveces me parece increíble la cantidad de tiempo que puedes matar con esas cosas, se te van las horas como agua, y sin sentirlas. Tan es así, que hoy ni refunfuñe con la espera de la máquina, es más, de no ser por el reloj de la pantalla, ni siquiera me hubiera dado cuenta de la hora en la que te empecé a escribir.

Por lo mismo, ya me voy a dormir, si no me van a secuestrar las cobijas en la mañana.

Hasta pronto.

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