jueves, 19 de abril de 2012

Bamboo recuperó la libertad.

Entre las muchas cosas que pasaron durante estos meses de ausencia hay una especialmente relevante: "Mi Bamboo ya no tiene novio".

Es algo de lo que me siento particularmente feliz.

No me mal interpretes, no es por mala onda o por ser mamá acomplejada y sobre protectora.

Te cuento:
Duró con este monito poco más de un año y fue caótico para ella y nefasto para nosotros como familia.

Este -¿cómo llamarlo?... mmm...- "tipejo" demostró ser un machista, acomplejado, manipulador, absorbente, controlador y violento.

En alguna ocasión te había platicado que hasta a mi Chaparrito se le quizo subir a las barbas con su actitud retadora. Pues bien, imaginate tú que a principios de diciembre del año pasado me encuentro con la novedad de que Bamboo ya se iba a ir a vivir con él, ¡fue una bomba la noticia!

El plan estaba más o menos así: Bamboo iba a dejar la escuela para trabajar en una tortilleria -siii, como lo oyes, una tortillería-, él por supuesto que no iba a dejar la escuela y solo la iba a ayudar en el negocio durante las mañanas porque tenía que seguir estudiando.

No se iban a casar porque primero necesitaban averiguar si la armaban juntos.

Bamboo no terminó -otra vez- la prepa porque ni se aparecía por la escuela, pero aún así nos sacó money durante todo un semestre para los supuestos transportes, materiales y demás, y él por supuesto que tampoco terminó.

Llegó a controlarla al punto de abandonar su "face"  porque a aquel le molestaban hasta los comentarios de sus amigos. Dejó de salir con los cuates, hablar por teléfono y sonreír.

Durante un día normal este tipo le llamaba alrededor de seis veces, aún y cuando se veían en la escuela, y le mandaba no menos de diez mensajes que si no tenían respuesta eran causa de más llamadas. Los fines de semana eran peores, no exagero si te digo que, además de las llamadas, había por lo menos tres mensajes por hora. Le llamaba hasta en la madrugada, con cualquier pretexto, "que porque la extrañaba mucho, que porque estaba pensando en ella, que porque no podía dormir", etc, etc, etc... el punto era checar si estaba en casa y que estaba haciendo -¿pero Bamboo lo entendía así?... nooo.

Ya no nos hablaba para nada, se hizo hermética, agresiva y ermitaña, perdió a tal grado la auto estima que creía que sin el tipejo a lado se iba a morir de tristeza.

Cambio su forma de arreglarse, era como si quisiera verse fea, no salía de sus playeras negras y pantalones rotos, dejó de maquillarse con colores vivos y siempre traía el cabello enmarañado y en la cara. Daba la impresión de que quería, por cualquier medio, lograr que él se viera menos horrendo de lo que es.

La relación con mi Chaparrito y conmigo era cada vez más hostil. No le podíamos hacer ni un pequeño comentario sobre su relación porque explotaba, y una broma ¡cuidado!, lo tomaba más en serio que un insulto. Nos mentía todo el tiempo, empeñó -y perdió- las pocas cosas de valor que tenía, ¿y el dinero?... Solo ella y el tipejo lo saben, porque en ella no se gastó un solo  centavo.

Violencia hubo mucha, todavía no estoy muy segura hasta que nivel llegó en lo físico, pero el día que terminaron la jaloneo en plena calle. La violencia verbal estuvo plagada de gritos y chantajes, tampoco se hasta donde llegaron o si hubo insultos, pero lo que si sé es que Bamboo le tenía más miedo que amor.


En fin, ¡Gracias a Dios ya se terminó!

Durante estos meses hemos trabajado mucho para recuperar la confianza, la alegría y el respeto.
Pensamos en buscar terapia pero ella nos pidió un par de meses para tratar de recuperarse sola, con la consigna de que al cabo del tiempo, si no lográbamos salir adelante, buscábamos ayuda profesional. Creo que no es necesario, hemos hecho un buen trabajo de equipo y ya regreso la Bamboo que perdí por un tiempo, una Bamboo alegre, bromista, llena de amigos, con ganas de jugar, estudiar, recuperar el tiempo perdido y con metas.

Cierto que no todo es "miel sobre hojuelas", ella ha tenido que poner mucho de su parte y nosotros hemos tenido que jalar las riendas. 
Las cosas ya no son iguales que hace un año, ni los permisos, salidas y consentimientos, pero es el precio de ser adulto... "Aprender sobre los errores y levantarse de las caidas". 


Ya lo ves, ¿cómo no voy a estar feliz de que se liberara de tamaño animal?...




Hasta pronto.
Besos.

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