sábado, 21 de abril de 2012

Desconfianza.

Hoy he estado filosofando un poco...

Pensaba en la "desconfianza" y llegué a una particular conclusión "no es solo un sentimiento, es una enfermedad".

Por naturaleza todos la hemos sentido más de una vez, es parte del instinto primitivo que nos hace tratar de escudriñar en las palabras o acciones de alguien más para descubrir esa parte omitida o esa verdad disfrazada que no se nos dice pero que sentimos -por razones desconocidas- que está ahí. Es también esa lucesita roja que nos protege, el "sexto sentido" como decía mi abuela o "el tercer ojo" como dice mi mami.

Hasta ahí todo es normal, ¿pero que sucede cuando esa desconfianza es sistemática y dirigida a una sola persona?... creo que ahí es cuando se convierte en una enfermedad que se cuela hasta la médula de los huesos e invade todas tus neuronas.

Aveces uno trata de aferrarse a las palabras que escucha y también miente, ¿cómo?... creyendo creer. 
Nuestra propia mentira puede durar muchisimo más que aquella que nos provocó la alarma interior que nos hizo desconfiar la primera vez. 
Motivos para engañarnos puede haber tantos como sentimientos en el Universo, amor, lealtad, soledad, negación, solidaridad, orgullo, etc, etc, etc... pónle el que más te guste, todos validos en casos particulares pero todos ellos, también, placebos para defender nuestro propio corazón de la agonía de afrontar que alguien, a quien de alguna manera amamos, nos ha o nos está mintiendo.
¿Cómo podríamos aceptarlo así como así?... Es más fácil pensar que somos paranoicos a poner en tela de juicio las palabras o las acciones de alguien que dice que nos ama.

Con el paso del tiempo la enfermedad avanza, se hace crónica e incurable. Puede estar ahí durante mucho mucho tiempo, aveces parece que ha desaparecido, hasta que llega un nuevo detonante y entonces ataca con inclemencia.
Pero, ¿en verdad piensas que sucedió de la noche a la mañana?...

Amiga mía, estas palabras son para ti:

Sincérate un poco y verás que ha habido mil y un cosas que te llevaron a este punto sin retorno.

Recuerda que desde antes de casarte ya tenías dudas pero te aferraste -solo Dios sabe porqué- a seguir adelante, no quisiste escuchar razones, a tus amigos ni a tus padres. 
El mismo día de tu boda fue el anuncio del fracaso, ese día, que tenía que haber sido uno de los más felices de tu vida, recibiste una de las peores decepciones de tu relación. 
Sin embargo continuaste por 20 años más.

Sabes bien que nunca han dejado de haber mentiras entre ustedes, has sentido su indiferencia, lo has visto alejarse de ti, le has mirado ver otros cuerpos, ha rechazado tu contacto y ahora que tú te has cansado de buscarle tampoco le interesa retenerte, no tiene palabras para ti, las caricias se terminaron hace tiempo, olvido lo que era conquistarte, el camino hacia tu cuerpo lo creyó tan aprendido que ahora ni siquiera te conoce. 

Nunca más un detalle, una carta, una flor; nunca más un furtivo beso apasionado o un abrazo por la espalda; nunca una canción... nunca un "Te Amo".

¿Lo ves?...

Vamos Amiga, mírate al espejo y háblate con la verdad.

Fuiste Tú y solo Tú quien trato de extender esta relación "...hasta que la muerte los separe". 

Gastaste letras, tinta y hojas para expresarle lo que sentías, derramaste millones de lágrimas al tratar de hablarle, pasaste decenas de noches sin dormir hundiéndote en la más atroz de las depresiones, diste oportunidades pedidas y no pedidas, creíste en él, lo apoyaste y te conformaste un centenar de veces al escuchar que te dijera que te amaba. 

Trataste de seducirlo cien veces más y cuando estaban juntos sentiste su lejanía, tomaba tu cuerpo por condescender pero nunca te miraba ni te decía palabra alguna, ¿y su rostro?... no estaba dirigido hacia ti, no reflejaba placer alguno, no era capaz de esbozar ni la más mínima sonrisa.

¿Y la desconfianza?...
"Que puedo decirte si de todas formas no me vas a creer"... eso es lo que obtienes por toda respuesta cuando preguntas, acusas o lloras.

Sabes bien que, si en verdad lo quisiera, podría hacer más. Una vez, hace muchos años, supo como enamorarte, si le interesaras ahora, intentaría hacerlo de nuevo.

Te comprometíste, le diste la exclusividad de tu ser, le diste amor, respeto y paciencia. Tú no fallaste. Ahora se fuerte y piensa en ti. ¿A caso no es más grande tu dolor ahora?... ya perdiste toda capacidad de creer en él.

El vacío que hay en tu corazón es por la realidad. Porque se rompió el mundo que tu creaste, pero vamos, ¡levantate de esa cama!. 
Agradece todo lo bueno que indudablemente hubo, trata de sanar las heridas de lo malo y sigue adelante. 
El dolor no es para siempre, ya pasará. 

Con el corazón te lo digo, es mejor que te decidas a dejar un espacio libre en tu cama, a que quien ocupa tu cama te siga dejando sin corazón.
Amate, agradece y bendice todo lo que has aprendido en estos años, y abre los brazos para recibir el nuevo amanecer.





Hasta pronto.
Besos.

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