Instrumentos de tortura y Pena Capital.

¿Qué sorpresa verdad?...

Hay días en que no te puedo escribir, y hoy me reviento dos posts en una tarde.

Pero no te confíes eh, la verdad es que no fue intencional; lo que sucede es que ayer se volvió loco mi Blog y, por más intentos que hice, nunca logré encontrar conexión con Blogger, y a eso de las dos de la madrugada ¡tire la toalla!. Lo bueno es que entre Bamboo y mi Chaparrito pudieron rescatar lo que había escrito y me hicieron el favor de publicarlo hace unas horas.

Te platico que el Sábado fuimos al Palacio de Minería para ver la exposición de "Instrumentos de tortura y Pena Capital".

Si te he de ser franca, fui más por no verme fresa y para no hacer sentir mal a mis amores, que por verdadero gusto. Durante varios años estuve encontrando pretextos para no ir, que si Bamboo estaba muy chiquita, que si el trabajo, que la falta de money, la distancia, el clima, y el calabazate cósmico, pero ahora si me atoraron. Ya estando en el Centro, después de haber comido, sin lluvia, sin pendientes, y con los boletos en la mano, ¿qué les podía inventar?...

Estas cosas a mi siempre me han dado miedito, pero debo aceptar que la exposición es muy buena.

La recorres toda como en hora y media, y te da el tiempo suficiente de leer todos los textos, observar los instrumentos expuestos y poner atención en los dibujos; a lo mejor te llevas una media horita más, si no te agarra el ansia de terminar pronto como Yo.

Dejando a un lado los sentimientos que pueda provocar el hecho de asomarte a los horrores de la tortura, creo que el tesoro histórico que representan todos y cada uno de los objetos que ahí se muestran, es definitivamente invaluable.

Una de las etapas de la Historia que más me impresionan es aquella que dominó "La Inquisición".

Es consabido que a lo largo de la historia de la Humanidad, siempre ha existido la tortura y la pena de muerte, pero el hecho de que se cometieran tan aterradores y desquiciados crímenes en nombre de Dios, es lo que me puede con ganas.

¿Sabías que había gente encargada de fabricar instrumentos que cumplieran con la norma de extender el sufrimiento y retrasar lo más posible la muerte?... ¿y que además permitieran que el sentenciado se mantuviera consiente de todo lo que le estaba sucediendo?...

¡Que horror!, ¿verdad?...

Ni siquiera alcanzo a imaginar el estado mental de esas criaturas. No puedo entender como es que puedes ocupar todo tu tiempo, ingenio y empeño, en la tarea de alargar el sufrimiento de uno de tus semejantes. Ya con la pena de muerte es suficiente.

Aunque a mi entender, había monstruos aún más enfermos que los fabricantes, es mas, sus crímenes y ultrajes eran mas dignos de castigo y sangre que los mismos sentenciados, eran los inquisidores. Criminales, asesinos sádicos y sanguinarios, que dentro de sus retorcidas mentes disfrutaban hasta el éxtasis la agonía y el dolor; perversos dementes que vivían convencidos de que su trabajo era santo y purificador, pero que tenían las entrañas podridas por el sentimiento de poder que les otorgaba el saberse amos y señores de la vida que tenían frente a ellos.

Y todo en nombre de Dios...

No sé cuál sería su Dios, pero el mio no necesita sangre, dolor y muerte, para extender su piadosa misericordia y su perdón; tampoco necesita que se le siga por obligación y miedo, es tan sabio, que da toda la libertad del Universo para que uno mismo decida lo que quiere creer, pensar y decir.

Bueno, ya me estoy desviando del tema.

A lo que realmente quería llegar, era a invitarte a que te des una escapadita por la exposición, no está tan cara, ni tampoco muy lejos. Dentro del marco histórico es muy interesante y vale mucho la pena, y en el plano psicológico es algo que no vas a olvidar.

El Palacio de Minería está en la calle de Tacuba, N° 3, Col. Centro.

El boleto de entrada tiene un costo de $40." para los adultos, y de $25." para menores y estudiantes o maestros con credencial.

Si te animas a ir, después me platicas que te pareció, ¿sale?...