viernes, 29 de febrero de 2008

Un pequeño bajón de pilas.

Hoy he estado medio nostálgica y algo depre. Tuve mucho trabajo y aún así el día se me hizo eterno.

Ayer tuve la compañía de mi Bamboo todo el día. Como hubo junta de Consejo Técnico en su escuela se fue conmigo al trabajo y, la verdad, la pasamos genial. Cotorreamos, bromeamos, desayunamos y comimos juntas, me puso al corriente de los chismes de su escuela y, finalmente, nos fuimos al concierto que te platique.
Hace un rato que no pasábamos tanto tiempo juntas porque solo tenemos esta oportunidad una vez al mes, precisamente en cada junta de Consejo Técnico, y no siempre me es posible dedicarle tanta atención como ayer.

Llevo poco más de tres años trabajando y, de ese tiempo, van dos años y medio que he cubierto los dos turnos. Entro a las 9 de la mañana y salgo a las 7 de la noche, o sea que salgo de casa desde las 8 y regreso doce o doce horas y media después.
Generalmente en las mañanas, entre las carreras cotidianas, los cinco minutitos más de sueño y el desayuno, solo nos vemos para despedirnos y desearnos un buen día, porque ella y mi Chaparrito se van a las 7:15; y el tiempo que estamos juntas en la noche siempre se traduce en cena, terminar tareas (cuando las hay), preparar la ropa del día siguiente, bañarnos, platicar un poco de los por menores del día, ver algun programa de televisión (Los Simpson), y ya, porque ella se va a dormir como a las 10.
Hay días en que regreso un poco más temprano, como a las 7 o 7:30 de la noche, pero la verdad no hay mucha diferencia en las actividades.

Si tomamos en cuenta que durante sus primeros doce años de vida siempre estuve en casa, ahora hay días en que la extraño muchísimo. Lo mismo me ocurre con mi Chaparrito, con la casa misma, y hasta con mi perra (Luna) y mis plantas.
Hay días en que me gustaría poder quedarme en casa, prepararles algo rico y esperar a que lleguen para comer juntos; otras veces quisiera irme de pinta a tomar un cafecito o a jugar billar con mi marido; y hay ocasiones en que me dan ganas de ir a desayunar con las amigas o con mi mamá; pero ni modo, hay que trabajar.

Si hace veinte años alguien me hubiera dicho que lo mio era ser ama de casa, esposa y mamá, me hubiera botado de risa, pero hoy por hoy es lo que más me gusta ser.
Me gusta mi trabajo y sé que lo hago bien, pero si tuviera las posibilidades de dedicar otra vez el 100% de mi tiempo a mi familia, no lo pensaría dos veces.

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