lunes, 28 de abril de 2008

Que rica es la flojera (de vez en cuando, eh).

Hola. Bonito inicio de semana.

¿Qué tal estuvo tu fin?...

Te cuento que el mio fue de total y absoluta flojera.

El Sábado, después de salir de trabajar, recoger a mi Bamboo de la escuela y pasar a comer, tuvimos que ir a comprar unos materiales que le pidieron para hacer una vela de gel para la clase de química. La verdad es que tenía que haber llevado el material desde el Viernes para hacer la vela en laboratorio, pero se nos olvido, así es que le tocó hacerla en casa.
Después de la lucha de Titanes que nos reventamos para lograr cruzar el Zócalo -porque con eso de que fue el desfile del Día del niño y la clausura del Festival del Centro Histórico, aquello era un hervidero de gente-, terminamos en el callejón de Tabaqueros y de plano compramos todo en la primer tiendita en la que nos metimos, ahora si ni comparamos precios, ni buscamos otras opciones, porque nos moríamos de flojera.

Originalmente nos ibamos a ir por el acostumbrado café de minisuper para irnos a la Alameda a fumar un cigarrito, pero que nos corre el aironaso. Estuvo ¡bárbaro de verás!, hasta se sentía frío, y luego con la lluviesita, pues peor, y ni para abrir el paraguas ¡eh!, porque hubiéramos acabado volando como Mary Poppins.
Aprovechando que llegamos a la casa mas temprano de lo acostumbrado, Bamboo hizo rápido la vela y dejo la mochila lista para hoy. Como hacía frío y estaba lloviendo a cantaros, que nos instalamos en la sala, todos empijamados y con cobijita, a ver tele y descansar a gusto, por eso no te escribí.

El Domingo también estuvimos de flojos.
Después de varios meses sin poder hacerlo, nos quedamos en pijama toooodo el día, no nos bañamos, no salimos ni a comprar comida, pedimos pizzas y pasta por teléfono, apagamos celulares y el teléfono de casa, nos instalamos otra vez en la sala, y nos pasamos el día entero viendo películas; lo único que logró levantarnos por un par de minutos fue el temblor, pero una vez que se nos pasó el susto y nos convencimos de que todo en casa estaba bien, retomamos nuestros respectivos lugares y continuamos tirándola a gusto.

Sinceramente la pase riquisimo. Hace tanto tiempo que no nos agarraba el síndrome huevis, que lo disfrute a más no poder, tanto así, que hoy me fui al trabajo sin flojera, completamente relajada y a gusto, ni siquiera el metro de las 6:30 de la tarde, con sus apretones, olores y lentitudes, me puso de malas.
Por lo mismo hemos llegado a la democrática decisión de que, por lo menos una vez al mes, nos vamos a desconectar del mundo para encerrarnos en nuestro huevito a descansar, relajarnos y disfrutar los tres juntos de un Domingo de flojera total.

De verdad que hace falta un día así. Si no me crees, pruébalo, y ahí me cuentas qué tal te fue.

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