jueves, 10 de abril de 2008

Un día con Bamboo.

Hola, ¿qué tal estuvo tu día?...

El mío fue un buen día.
Hoy se fue conmigo al trabajo mi Bamboo, ya en alguna ocasión te había platicado que cuando hay junta de consejo técnico en su escuela se suspenden las clases, y fue precisamente por eso que hoy anduvo conmigo todo el día.

Es increíble lo que hace la compañía de las personas que quieres.
Generalmente no tengo ganas de salir a comer, pero con ella, a querer o no, tuve que salir, y la verdad es que disfrute mucho la comida.
Con todo y que se me achicharraron los brazos por el solazo, nos fuimos a comprar unas quekas y unos vasos de fruta, no te creas que a algun local, mi Bamboo es bastante folklorica con eso de las garnachas, así es que acabamos en un puesto de calle, comprando unas quesadillas en masa azul, que estuvieron deliciosas.
Como Yo ya estaba a punto de una insolación, nos llevamos todo al consul y nos improvisamos un comedor en la oficina que menos se usa.
Tuve que comer a velocidad vertiginosa porque había paciente citado para laboratorio a las 3 de la tarde; después, con ayuda de los ventiladores, aromatizante y ventanas abiertas, logramos deshacernos del aroma a fritanga que había por todos lados, nos deshicimos también de platos, vasos y cubiertos que pudieran delatarnos, y para cuando llegó el paciente todo estaba en orden, limpio y sin rastro de la travesura.
Solo me faltó una cosa... un cigarrito. Así que a falta de el, porque ya hubiera sido muy osado fumármelo en la oficina, pues me tuve que tomar un sal de uvas que me ayudara a quitarme la pancita de chinchilla que me quedó.
Este tipo de travesuras solo las hago cuando ella está conmigo, sola no encuentro ni las ganas, ni la intención para hacerlas.
Una vez nos llevamos un par de películas, desconectamos el ultrasonido y nos acomodamos en la mesa de exploración a verlas.
Otra vez, aprovechando que no iba a haber médicos ni pacientes citados, nos llevamos la mesita del pasillo a la sala de espera, pedimos comida por teléfono y nos inventamos un pic-nic.
También nos hemos llevado alguna manualidad, o nos acostamos a ver tele en la sala de espera, y hasta nos hemos puesto a cantar y bailar cuando no hay nadie.
La verdad es que con ella no hay días aburridos, siempre tiene un chisme nuevo, una nueva ocurrencia o algún chispazo de simpleza que me hace romper en carcajadas, me inyecta nueva vibra y me deja esperando el siguiente mes.
No sé si todas las madres puedan llevarse así con sus hijos, pero yo no cambiaría por nada la relación que tengo con mi Bamboo. Y aunque pasen los años, creo que siempre vamos a seguir siendo cómplices, confidentes y compañeras.

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